Una
tapa sencilla pero muy llamativa y espectacular.
Nos
vamos a basar en las típicas patatas asadas al horno, la receta ya la tenemos
en el blog "Patatas
asadas con alioli" La reproducimos ahora: Vamos a elegir una patata
nueva, mediana tirando a pequeña, que casi nos entre en la boca de un solo
bocado. Las lavamos muy bien por fuera para eliminar todo rastro de tierra o suciedad.
La cortamos a lo largo por la mitad longitudinal, por la parte más alargada,
con una puntilla, cuchillo pequeño afilado, damos unos cortes paralelos en
ambos sentidos, sin llegar a traspasar la piel por debajo. Queremos mantener la
piel en todo momento, la comeremos sin problemas.
Una
vez dados esos cortes, salpimentamos y añadimos unas gotas de aceite de oliva
virgen extra entre esos cortes, colocamos en una llanda de horno, una fuente de
cristal para horno, y las mantendremos en el horno precalentado a 180º durante
40 minutos más o menos hasta que las veamos por encima doradas, tostadas, pero
no quemadas.
Para
el crujiente de morcilla, vamos a tener seis morcillas de cebolla, la típica en
media España, aunque puede valer cualquiera, incluso la de arroz de Burgos.
Vamos a quitar la piel y la masa la vamos a extender en un papel de hornear, estirándola
lo más que podamos sin romperla. Colocaremos un papel más por encima, pondremos
todo en una llanda al horno a 50º durante una hora, tenemos que dejar la masa
de la cebolla deshidratada y crujiente y para eso no es necesario altas
temperaturas, sino tiempo.
La
presentación, un par de cascos de patata y el crujiente por encima, adornamos
el plato con un pimentón o unas hojas de perejil fresco.
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