Está
claro que este plato es lo más típico que se ha pedido en los bares, en las
casas, y como recurso de tapa en cualquier sitio.
Hemos
utilizado un buen tomate de la huerta, de esos que cuando los partes huelen a
miel, lo hemos pelado como ya sabéis, el video lo tenéis en la multimedia del
blog, lo hemos partido a gajos, como si de una naranja se tratara.
A
una cebolleta tierna, que tiran a dulce, la hemos partido en juliana, a tiras
largas dejando un poco de la parte verde.
Hemos
añadido una sal negra, ahumada, con un ligero toque de carbón, no es difícil de
encontrar ya.
Y
por ultimo ese gran oro liquido de nuestras tierras el AOVE, el aceite de oliva
virgen extra.
La decoración, pues la corteza del tomate al cortarla con cuidado sale de una
pieza, con la que hemos hecho una rosa roja. Ojala y algún día la pueda hacer
de color amarillo, es mi rosa preferida.
Ponerle
cariño, se agradece.
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